domingo, 26 de mayo de 2013

A LA MIERDA IV





A la mierda los que giran su mundo alrededor de un ombligo, los que eclipsan por placer, los que se deleitan subrayando la inferioridad de otros, como si eso tuviera algún mérito extraordinario. A la mierda la ultra-derecha por ser un arma medieval contra la igualdad, por estar estanca y rellena de veneno, por vivir de rentas y de iglesias y por seguir pensando que unos pocos debieran gobernarlos a todos. A la mierda los  comunistas que justifican el dogma caiga quien caiga, sin entrar en la autocrítica y confundiendo la izquierda con la opresión y el temor. Comunismo no es, ni ha sido jamás, libertad o ecuanimidad, os pongáis como os pongáis. A la mierda Chávez aunque tome cuerpo de pajarillo, a la mierda Maduro que es un bruto inculto y peligroso, amante de fábulas sin moraleja, un tramposo incapaz. A la mierda quienes nos ven como  un rebaño manso sin conciencia de engaño, porque su sueño de celebración se acerca al final, espero. Tolerancia cero a los listillos caza-oportunidades a costa de los demás. A la mierda sus estafas, sus malos propósitos, ese empeño suyo de parecer complacientes, condescendientes, dientes, dientes y babas de pura ambición. A la mierda todos ellos, por subestimar al universo. A la mierda los balleneros, los furtivos, los fetichistas, los peleteros... Señoras y señores tendrían que pedir permiso para usurpar tanto bien ajeno. Visto desde fuera sigue siendo un crimen atroz y totalmente gratuito. Si me pusiera en su piel me repudiaría. La humanidad sin humanidad no nos aleja tanto de la animalidad. Así que, arránquense ustedes la piel a tiras o pónganse en la piel de aquellos a quienes vejan, violan, apalean y matan. A la mierda todos ustedes por su labor nauseabunda. A la mierda los que esconden un arma bajo la cama, cuando su único deseo y su mayor fantasía es usarla alguna vez. A la mierda los que creen protegerse así del mal, cuando el mal está en ellos, en su propia sinrazón. A la mierda los que instauran el miedo, lo cultivan y lo distribuyen como quien trafica con sustancias inofensivas, sabiendo que entre sus manos tienen un arma letal. A la mierda finalmente ese espíritu ultra-conservador de cientos de miles de parisinos, hijos y nietos de revolucionarios que parecen no tener otra cosa más ilustrativa que hacer, que decidir cómo deben vivir los homosexuales en su país. Vomitivo, arcaico y vergonzoso... Por no hablar de la involución de nuestra querida España de caspa y capote, con la nueva ley del aborto, esa fantochada abanderada por el Señor Gallardón, que nos sitúa 28 años atrás en un momento triste e históricamente remarcable por su nula política social. Váyanse todos ustedes a la mierda, con sus acciones u omisiones, con sus palabras o silencios. 

lunes, 13 de mayo de 2013

STOCKHOLM





LIV: ¿Por qué? (Sven ni se inmuta. Después de un silencio) ¿por qué? No lo entiendo (Sven se hurga en un diente) ¿quién es ella? (Sven mira a un punto fijo) ¿y dónde la has encontrado? (Sven suspira profundamente) ¡Habla! No te quedes callado ¿Ha sido como conmigo? No lo creo, parece delicada (Sven bebe un trago prolongado de su cerveza y luego entrelaza sus dedos) No hay lugar para princesas en los tugurios ¿por qué la has traído aquí, no tienes suficiente con una sola, eh? (Sven resopla, silencio) Deben resultarte atractivas las noches de tormenta. Parece que el ritual se repite una y otra vez (Pausa) Hoy es como aquella noche, aquella en la que decidiste que yo no merecía una vida al uso, esa vida inestable e inapropiada, pero mía al fin y al cabo. Así se inicia todo, puedo reconocer sus huellas en mí. Una puerta abierta a la caza, el instinto despierto, las manos candentes, el vacío asolando las entrañas. No hace falta mucho más ¿verdad? Bueno, sí, claro… la humedad y el frío son activos inmejorables para anestesiar a la presa, el remate final, ese eslabón con el que la mayoría no cuenta. La climatología siempre adversa, porque mira que en esta ciudad hace frío, joder. Las personas perdemos algo de raíces cuando el suelo es deslizante, algo de alma cuando falta la calidez habitual y toda la perspectiva si los pies se convierten en una extensión del eterno manto blanco. Aletargados, con las ideas tan congeladas como la planta de los pies, somos igual que el animal herido que procura disimular su flaqueza caminando a la desesperada y escapando de una amenaza aún sin definir. No nos diferenciamos tanto de los animales, es un hecho. Si nuestra debilidad llega a hacernos reconocibles en la distancia, resultamos un primer plato exquisito y un blanco llamativo entre la nieve, difícil esconderse, estamos expuestos como el antílope al león o el… ¿cómo coño se llamaba el bicho ese?
SVEN: ¡El ñú!
LIV: Eso, como el maldito ñu que cruza un estúpido río perdido en la sabana para ser pasto de los cocodrilos… Su destino es conocido por todos los que observamos la tragedia. Despierta nuestra compasión, pero no estimula nuestra reacción. Qué fácil resulta así, con barrera, con distancia, sin comprometerse… Pero la cruzada es inevitable. Todo está escrito ya y todo sucede como se espera que suceda. El ñu que se aparta un centímetro de la manada cae. Crujiente bocado entre colmillos y coletazos, torsiones y escamas… Así es también como caen quienes piensan que están en el lugar y momento apropiados, un pensamiento fugaz y desesperado para no caer vencidos ante los propios temores. Como los ñus frente a los cocodrilos, capaces de reconocer la respiración del predador, guiados por su instinto, podrían incluso alterar ligeramente la dirección de su trazado, darse la vuelta y salir huyendo, sin embargo… no se apartan del rumbo definido… como haría cualquier humano, como yo aquella noche, como ella hace unas horas…la confusión va por dentro, la lluvia mortifica y el hielo paraliza los huesos. Resistencia cero, el cuerpo jamás responde. Es tan fácil privar de aliento a quien está tiritando, un golpe seco, un susto seco, el residuo de una mirada sin vida bajo la luz de una farola a la que ni siquiera se estima, porque tampoco se estima esa calle sin tránsito, ni el silencio imperturbable de la ciudad durmiente. Porque el problema de todo es que no se estima nada ¿Se puede vivir sin estimar nada ni a nadie? ¿Cuál es la razón de que el mundo duerma cuando se le necesita? (pausa) Yo planeaba escaparme de casa aquella noche, buscaba motivos para convencerme de lo contrario y tú, en algún recóndito lugar de tu subconsciente, lo sabías… lo sabías y acudiste a mi llamada, tu sombra se ocupó de ocultar la única luz que me daba luz, el único destello que hubiera permitido rectificar mis pasos a tiempo, guiarme entre todos esos cocodrilos predadores sueltos en mi cabeza… Hoy es una de esas noches y sigo sin comprender por qué me elegiste y mucho menos por qué la has traído a ella…



           Fragmento de la pieza Stockholm. 2013


lunes, 6 de mayo de 2013

NEW YORK PART.II (UNA TARDE EN CONEY ISLAND, TRAS LA ESTELA DE ALLAN).




Era una tarde de esas, fría y decadente. Los labios filtraban la arena a sorbos, la soledad paseaba íntimamente junto al aliento... ambos a la deriva. El aire ocultaba las huellas de otros y pareciera que su mayor ocupación fuera acariciar mis mejillas con rudeza.




La magia opaca de los neones, con sus extintos ecos d'autrefois, tiritaba en Blanco y Negro, como en una película de esas que ya nadie ve, porque nadie recuerda que existen, ni tan siquiera los nostálgicos. Fotogramas congelados que despiertan el olvido.



Sin apenas darme cuenta me enzarcé en un hechizo místico junto al viento glacial y el silencio. No hubo tregua, caí vencido ante ese encantador aroma de vacío que encapsulan los instantes perdidos.






Allí, estaba yo, degustando aquella atmósfera con cierto deleite, saboreando el extraño placer de perseguir recuerdos ajenos con una intensidad irreal, casi onírica.




Y con esa sensación de curiosa familiaridad recorriendo el circuito energético que viaja inexorable desde mis talones hasta mis ideas, descubrí que no me importaba estar al servicio de mi desnudez. 




Mis pasos resuenan en Coney Island, perseguidos por su propia cadencia, acompasados por un tempo lánguido y melancólico, una invitación al abandono más placentero, un poema con verso libre y melodía cansada. El viaje interno más difícil de explicar.




Los paseantes son fantasmas vigilando su parcela de desidia dominical, el hastío devorándolo todo sin embargo, hermoso paisaje es aquel que deslumbra aún apagado. Es el caso. Algo tirita bajo mis pies. Una felicidad enmascarada en tonos grises.




Viajo a esos "Días de radio", al asombro, al embeleso, al deseo de conocer, a las fiestas populares y al algodón de azúcar, a la travesura del niño que se sabe anárquico o irresponsable, al primer beso y al último, al paseo de la mano y las verbenas, a las melodías de Gershwin, a los acordeones, los cómicos y las risas enlatadas, a las despedidas para siempre, a las lágrimas furtivas, al clamor de las masas, al pánico en las alturas, a la primera foto...




La figura de Allan Stewart camina invisible junto a mí, la encuentro diluida en pequeños detalles que nadie parece recoger... Pero yo vine para eso... Yo sólo quería estar en Coney Island.